El sábado fue una noche memorable ¡Por fin tuvimos un cielo completamente despejado!, y lo que es aún más inusual, en un día que no era entre semana (que ya ni esos) y que no fuera Luna llena. Y allí, en pleno Torcal de Antequera, junto a las instalaciones del Observatorio Astronómico, montamos los telescopios.
Pero no todo iba a ser perfecto, pues un fuerte viento racheado nos la quiso arruinar. Para la observación visual no había problemas, pero si para astrofotografía, y este era el plan de trabajo. Así que, después de tener los cuatro telescopios montados, decidimos cambiar de ubicación, desmontando y subiéndolo todo, por una divertida escalera de caracol de dos vueltas casi completas, a la terraza del observatorio (el director del observatorio se apiadó, aunque hay que decir que era uno de los que montó en el aparcamiento) para volver a montar los cuatro telescopios de nuevo.
Eduardo tuvo algunos problemas iniciales con su Picgoto, pero se pudieron resolver. Las pruebas de guiado y goto salieron muy bien y se realizaron algunas fotos, pero debido al viento salieron movidas. Carlos siguiendo en su línea hizo fotos magníficas, es un maestro.
Para Francisco la cosa fue distinta. En la primera parte de la noche fue más un relaciones públicas, subiendo y bajando escaleras de caracol mostrando con gusto el observatorio a todo el que se pasaba por allí, algunos de ellos de la S.M.A. como Juan Carlos, y otros de la agrupación Sirio con los que coincidimos, o Jose María Ruíz (spiri), a quién le debemos el descubrimiento de algunos asteroides.
Alberto se presentó a las 3 de la mañana para unirse a la fiesta. Y allí, esperando ver la Luz Zodiacal, amanecimos como era de esperar.
Y sólo queda deciros que, aunque pasamos más frío que un perro chico y los huesos todavía crujen de tanto montar y desmontar, fue una magnífica noche.