Día del espectador cósmico

El control remoto de un observatorio astronómico es una realidad desde hace varios años. Y no solo en el plano profesional, sino que hay bastantes astrónomos aficionados que controlan sus equipos a través de la Red. En los últimos tiempos han corrido informaciones acerca de que instituciones científicas o educativas ponían telescopios robotizados a disposición de quien quisiera utilizarlos.

De ahí que la Sociedad Malagueña de Astronomía encargase a Alberto Castellón que indagara sobre el particular y preparase una sesión pública de observación utilizando estos recursos a distancia. Así nació la idea del “Día del espectador cósmico”. La sede de la SMA dispone de la infraestructura necesaria: acceso a Internet, salón con suficiente capacidad, cañón de vídeo y pantalla de generosas dimensiones. Previendo que la demanda de uso de estos telescopios robotizados mermara la posibilidad de conseguir reserva para el día y la hora prefijados, la búsqueda se comenzó con varios meses de antelación.

Así, en la noche del 6 de abril, con la sala atiborrada de espectores (cósmicos) y el proyector exhibiendo la página de bienvenida de Internet Explorer, Castellón comenzó su trabajo advirtiendo de que el título de la actividad no estaba completo: en lugar de “Día del espectador cósmico”, debió anunciarse “Día del espectador cósmico decepcionado”. Comentó que, en efecto, existen esos observatorios robotizados con hipotético acceso libre (pocos), pero que esta práctica debía de hallarse aún en mantillas dadas las sorpresas que el navegante se lleva al intentar utilizarlos. Bien el enlace no conduce a ninguna parte, bien un pantallazo comunica que en esos momentos existen problemas técnicos e invita a intentarlo más adelante, bien porque solo se permite la inscripción a colectivos concretos, el caso es que hubo que olvidarse del plan original de controlar un telescopio en directo desde el salón de la sociedad.

espectadorcosmico

No obstante, Alberto, tras mostrar algunas de esas frustrantes páginas de enlaces (casi siempre las mismas), entretuvo a los asistentes con cuestiones muy cercanas a las que allí les congregaron. Comenzó mostrando el Observatorio Montegancedo (http://ciclope.fi.upm.es/CiclopeAstro/) de la Universidad Politécnica de Madrid. En su página inicial se presenta como “el primer observatorio astronómico del mundo de acceso libre”. Cierto. No existe ninguna cortapisa para registrarse como usuario. También se apostilla que, por el momento, solo se permitirán observaciones del Sol en horario de 9:00 a 12:00 (UTC) y de lunes a viernes. Además, tampoco se impide reservar una observación (máximo 10 minutos y en el mismo día). Un pequeño tutorial muestra el control de la cámara DMK acoplada al telescopio. La pega estriba en que casi siempre está “Cerrado por problemas técnicos”.

Castellón mostró después las páginas del Telescopio Liverpool (http://telescope.livjm.ac.uk) como ejemplo de lo que sucede en otros cuantos. El telescopio Liverpool es el telescopio robótico más grande del mundo (2m) y pertenece a la Universidad John Moores de Liverpool. Al establecerse en la isla de La Palma, hubo de llegarse a un acuerdo por el que se cedía la gestión del 20% del tiempo de observación a la comunidad española de astrofísicos, reservándose un 25% de ese parcial para uso por escolares y aficionados españoles. Hasta ahí todo muy bonito. Por desgracia, numerosos intentos de inscripción como usuario resultaron infructuosos, a la vez que quedaron sin contestación los correos que Castellón envió a la dirección de contacto ( gabinete.peter@iac.es). Situaciones similares acontecieron con otros telescopios robotizados de EE.UU. o Sudamérica.

Sin embargo, al menos en una ocasión se obtuvo respuesta del Prof. Dtor. Gonzalo Tancredi de la Universidad de Montevideo (Director del Observatorio Astronómico Los Molinos) quien confesaba con sinceridad que estaban solucionando algunas dificultades, se disculpaba por no poder atender la petición de Alberto, y se mostraba muy interesado en realizar, una vez con el equipo de nuevo en marcha, esta actividad en colaboración con la SMA.

Por otro lado, aun no tratándose con exactitud de astronomía robótica, Castellón habló de un proyecto que lleva a cabo el IAC-80, la “teleastronomía”. Este programa (http://www.iac.es/teleastronomia) del Instituto de Astrofísica de Canarias pretende mostrar la actividad de un observatorio en las aulas utilizando Internet como medio de comunicación. Las cámaras se sitúan en la sala de control y en la cúpula del telescopio IAC-80 del Observatorio del Teide. Con un soft específico (descargable desde su página) se muestra imagen y sonido en directo desde el telescopio al aula y viceversa. Aunque está pensado para alunmnos de Bachillerato, pueden participar museos de ciencia, planetarios o asociaciones de aficionados. Recientemente, el Centro Principia ha sido uno de los colectivos que se conectaron. Según su Director, Sebastián Cardenete, la experiencia resultó muy simpática y tiene su interés.

Para finalizar, y aunque tampoco se trate de un telescopio robótico, Castellón conectó con el Telescopio Bradford (http://www.telescope.org), en el que se abrió tiempo atrás una cuenta. El mecanismo de uso de este telescopio es el siguiente:

1) Los usuarios encargan un trabajo. Para ello pueden elegir entre una cámara de gran campo (una DSLR) o la cámara acoplada a un SC-14”. También se selecciona el tiempo de exposición (limitado) y el tipo de filtrado que se desea.

2) El trabajo se pone en cola. Conforme el tiempo lo permite, el telescopio atiende a los trabajos por orden de privilegio de sus usuarios.

3) Una vez finalizado (puede tardar varios días) se remite un e-mail al usuario informándole de que ya tiene el trabajo a su disposición. Este puede ser visualizado y bajado en formato jpg o fit.

Alberto, tras enseñar algunas de las capturas que encargó en su día, y otras que se encontraban en curso de realización, formalizó allí mismo la solicitud de otra más para mostrar cuál era el procedimiento. En la página web del Bradford se puede ver el estado meteorológico del observatorio, el interior y el exterior de la cúpula, el cielo de Canarias y, lo más interesante, todo el trabajo que el telescopio robótico está realizando en ese momento. Por desgracia, la hora de diferencia entre la península y las islas no permitió más que contemplar parte del anochecer y la apertura de la cúpula, con lo que acabó este primer “Día del espectador cósmico”.