Historia de la SMA desde 1990 hasta 1994, por Francisco Gálvez

La Sociedad Malagueña de Astronomía, desde que se fundó en 1.975, ha pasado por diversas etapas. Desde su curiosa fundación hasta la euforia del 1999, pasando entre otras experiencias por el caótico cambio de sede. Pero si tengo que describir cual es la sensación general que me produce este «lustro» que me ha tocado comentar y que transcurre entre 1990 y 1995, tengo que decir que éste es un tanto agridulce.

El lado amargo viene de la falta de nuestro querido amigo y socio, José Manuel Robles. Con su capirote de «mago loco», sus comentarios con un vocabulario rocambolesco y rimbombante, y un mercedes con el que recorría todos los carriles, transitables o no, en busca de un lugar de observación (y dejando boquiabiertos a los pocos lugareños que nos encontrábamos), nos dejó para siempre. Le recordamos con cariño. Pero vamos con el lado dulce. Las actividades astronómicas siguen el curso marcado en los años anteriores. En el 90 se celebró un acontecimiento extraordinario. Tras un duro periodo en el que reformamos un local derruido para convertirlo en nuestra sede, una mudanza (que es recordada por la cantidad de bultos y material que había que bajar desde un tercer piso sin ascensor, y ¡escaleras de las de antes!) y un cambio de gobierno traumático, nos encontramos con el XV aniversario de la Sociedad. Este aniversario marca un punto de inflexión en la trayectoria de la sociedad, dejando atrás el periodo de incertidumbre que vivimos, y encaminándonos a una época de estabilidad y asentamiento, con grandes perspectivas de futuro. Entre las actividades de este aniversario, que se inauguró en el Salón de Actos de la Caja de Ahorros de Ronda (ahora Unicaja) el 17/05/90, tenemos el pregón de José Manuel Robles, la conferencia de Luis Quijano, profesor jefe del Real Instituto y Observatorio de la Armada de San Fernando y versada en el Telescopio Espacial Hubble; exposición de murales, charlas, proyecciones de diapositivas y una observación del Cometa Austin. Y por supuesto, una velada inolvidable en la Venta «El Boticario».

En el año 90 se celebró las IX Jornadas Nacionales de Astronomía. Este evento contó con la mayor representación de la Sociedad en la historia de las Jornadas Nacionales, salvo las VI Jornadas que la organizamos nosotros. Además, nos volvimos con un premio bajo el brazo, II premio en la sección de astrofotografía color, una exposición tomada por Francisco Gálvez (el que escribe estas líneas) de los NGC 253 y 288 en la constelación de Sculptor (que voy a decir sino que es una bonita foto).

Poco antes de estas Jornadas, en Septiembre del mismo año, participamos junto a otras organizaciones de Málaga en las Fiestas de la Merced. Situados en la azotea del Mercado del mismo nombre, permanecimos tres noches seguidas con los telescopios apuntando a las estrellas (aunque hubieron peticiones de que los telescopios se apuntaran a determinadas ventanas. Me honra decir que semejantes peticiones se desestimaron por razones obvias).

No quiero olvidar de este año 90 la observación del eclipse de Luna del 9 de febrero. Se realizó en la finca «El Tinto». Tuvo tanta repercusión que nos vimos sobrepasados en el número de asistentes. Hasta en los márgenes de los carriles encontrábamos autocares aparcados, y al igual que en la observación pública que realizamos con motivo del Cometa Halley, observábamos como los coches andaban perdidos por los carriles de tierra de otros montes, buscando el punto de observación.

Y pocos días después, Alberto Castro, en la actualidad científico del C.S.I.C., presenta su libro «Macroestructuras del Universo: Cúmulos y Supercúmulos de Galaxias» que presenta su trabajo con el que fue premiado en los XIX Premios Holanda.

Otro libro nace este año, «Nuestro Universo Tetradimensional», de Ignacio Lamothe. En las propias palabras del autor, se trata de una experiencia de futurología científica. Es decir, una aventura de la mente anticipándose a las investigaciones en Astronomía.

El 91 nos trae el Astroconcurso. Un repaso de la astronomía y un esfuerzo de la memoria que viene recompensada con los buenos momentos que nos hicieron pasar.

En el 92 celebramos el 250 aniversario de la Muerte de Edmund Halley. (Visto fríamente, al celebrar la muerte de alguien parece que se lo mereciera). La «conmemoración» de tal hecho vino acompañado con una exposición sobre la vida y trabajos del insigne astrónomo, una conferencia de nuestro amigo Don Luis Quijano, y copa de vino acompañado de unas viandas para finalizar.

Pero si en el 92 celebramos la muerte Edmund Halley, en el 93 celebramos la muerte de Nicolás Copérnico (¡qué morbosos!). En este año se celebró el 450 aniversario de su muerte. A título personal, considero que fue en esta celebración cuando la Sociedad supo imprimir a sus actos una pincelada de marketing. Pero no en el sentido de negocio sino en el de publicidad, que buena falta nos hacía. A este respecto, la Sociedad ha ido aprendiendo de manera que, en la actualidad, los medios de comunicación están atentos a nuestras actividades. Este acto vino coronado con la proyección del audiovisual «Navegando por el Cosmos» de Blanca Troughton junto a otros colaboradores.

En el año 94, y tras haber «sableado» a todos los socios mediante cuotas extraordinarias, y aún más a los miembros de los que formaban parte de la junta del momento, la sociedad adquiere un nuevo instrumento para su parque de telescopios. Se trata un Schmidt-Cassegrain de 11 pulgadas, negro como el tizón. Un fantástico instrumento ideal para la observación de cielo profundo. Aunque pasó cierto tiempo hasta que pudimos conocer sus calidad, pues coincidió con la época de grandes lluvias que padecimos durante largo tiempo. Sólo estaba despejado en luna llena. Las primeras salidas del telescopio coincidieron con las últimas observaciones que se realizaron en el Cerro del Águila. Este punto de observación fue hallado por la Sociedad en un programa llamado «Estrellas en la cumbres» por el que la Sociedad preparó determinadas salidas por la provincia de Málaga buscando un punto de observación «oficial». El resultado de la búsqueda fue el «Cerro del Águila», en la comarca del Colmenar. Tras el Cerro del Águila vino el actual punto de observación situado en los Montes de Málaga (que curiosamente no ha sido bautizado aún).

Este periodo de tiempo que he tenido el gusto de resumir va a marcar la pauta de los años venideros, y veremos como el siguiente lustro es un hervidero de actividades.

Algunos hechos se han quedado en el tintero por un motivo u otro. Espero que sepan perdonarme mis errores.