Pues sí, del 16 al 18 de octubre de 2009, Blanca Troughton y Francisco Gálvez en representación de la Sociedad Malagueña de Astronomía, acudimos al primer curso de fotometría astronómica para astrónomos aficionados que se impartió en nada menos que en el Observatorio Astronómico de Calar Alto. Fuimos 16 los representantes de toda España, porque el fin del curso era constituir un grupo amplio de astrónomos aficionados que pudieran llevar medidas absolutas del brillo del fondo del cielo para campañas internacionales de evaluación y reducción de la contaminación lumínica en Europa, dentro de la iniciativa “Dark Skies Awareness” del proyecto pilar del Año Internacional de la Astronomía, y que en España, dentro de nuestro Nodo Nacional del AIA-IYA 2009, ha tomado el nombre de “Descubre el Cielo Oscuro”. El proyecto ha sido financiado por la FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología) y ha contado con el apoyo del CAHA (Observatorio de Calar Alto), Planetario de Pamplona, RECTA (Red de Espacios de Divulgación Científica y Técnica de Andalucía), Cel Fosc y la Universidad Complutense de Madrid.
Así que los dieciséis, que somos la vanguardia de los “medidores” que se irán formando en años sucesivos, llegamos a Calar Alto el viernes 16, sobre el mediodía, pero no si antes llegar a Calar Alto casi a tientas, pues la niebla impedía ver nada más que unos metros por delante del coche. Y una vez llegado, y con nuestro profesor, David Galadí, asignación de estancias en el mismo observatorio y primera visita, al observatorio con el telescopio que utilizaríamos para nuestro aprendizaje, el reflector Carl Zeiss de 1,23 mts.
Era fantástico colocarte delante de la consola de mandos y poder mover tanto el telescopio como la cúpula, y algo que llamó la atención, también podíamos levantar o bajar el mismo suelo sobre el que nos situábamos (lo que es necesario para poder realizar tareas sobre el telescopio sin tener que subirse a una alta escalera con pesados equipos). Y luego, la cena. Imagínate cenar a las cinco de la tarde unas salchichas alemanas, filetes, patatas,… Costaba trabajo porque a esa hora se toma uno un té o un café, o se dispone a merendar, pero ¿cenar en plan alemán?. Claro, hay que entender que Calar Alto tiene su propio ritmo de trabajo. Los telescopios están en funcionamiento por la noche y el personal duerme de día. Y cuando uno se imagina oficinas cerradas por la hora, en Calar Alto te puedes encontrar gente en sus oficinas o fotocopiando documentos en la fotocopiadora del pasillo a las cuatro de la madrugada, Ya tras caer el Sol y comprobar que la primera noche no iba a ser útil pues estaba nublado y la humedad era endemoniadamente alta (hay monitores que informan de las condiciones climatológicas y de las imágenes del meteosat en lugares claves), en la biblioteca del observatorio, rodeados de innumerables catálogos, libros, revistas y publicaciones varias, se procedió a las presentaciones de los integrantes y de los representantes de las organizaciones participantes (David por CAHA y Nieves Gordon y Fernando Jáuregui por Planetario de Pamplona) y entidades colaboradoras. Luego, una primera clase teórica impartida por David, y preparación del trabajo del día siguiente.
Y tras dormir en una cálido apartamento con estética minimalista y funcional, y accesorios “diferentes a los que tenemos por esta tierra”, reunión para el desayuno a las 11 de la mañana. Eso sí, aunque en el restaurante no haya nadie salvo en las horas de las comidas, puedes encontrar provisiones a cualquier hora de la noche o del día siempre que dispongas de una tarjeta suministrada por el propio Observatorio. Y comenzó la visita de ensueño, ver funcionar el gran telescopio de Calar Alto, con su igualmente impresionante cúpula. Y tras ello, lo mejor, subirse a la cúspide de la Cúpula y desde fuera, observar el mundo bajo tus pies. Maravilloso. Pero no penséis que todo fue visita. Trabajo hubo de lo lindo. Las sesiones teóricas fueron varias y sólo se vieron interrumpidas por la cena. ¿Y la comida? os preguntareis. Pues pasó de largo con tanto trabajo. Y si no comes, cenar a las cinco da una sensación completamente diferente a la del día anterior. Ahora caen mejor las salchichas y los filetes, y los otros manjares que acompañaron.
Y luego, las sesiones prácticas con el telescopio hasta las tres de la madrugada, tomando medidas con el telescopio de manera remota desde la biblioteca. Y fuera, un cielo estrellado como ninguno. Un cielo tan claro que incluso antes del amanecer pudimos contemplar la Luz Zodiacal (una vez en Calar Alto, no vas a perder el tiempo durmiendo más de lo necesario, un par de horas es más que suficiente). Y al día siguiente, comenzó la tarea de reducir los datos y llegar a más.
No sigo porque no es cuestión de escribir un libro ni de poneros los dientes muy largos, pero fue un curso lleno de experiencias, momentos maravillosos y conocimientos muchos dados por David Galadí, que además de hacernos sentir como en “nuestro propio observatorio”, es un profesor magistral. Queda sólo agradecer a todos los responsables e instituciones organizadoras y colaboradoras por su atención y buen hacer.